Por: Worlok
Cuántas veces quisimos estar así, solos tú y yo, sin público, sin espías, sin alguien que interrumpiera nuestro momento de intimidad. Ahora estamos aquí, aislados, después del esfuerzo de una vida por fin lo logramos. No explico tu semblante serio, deberías estar feliz, estamos juntos de nuevo.
Tu olor invade la estancia, ese aroma que desprende tu piel en cada suspiro, el que siempre te acompañó, día y noche. Ahora es tan distinto, se vuelve insoportable con cada segundo que pasa, pero te amo y no me importa, sólo estamos tú y yo.
Desde aquí veo tus labios, húmedos aún, tu rostro fino, tu belleza indescifrable. Tu cabello oscurece con la noche y contrasta con la piel blanca que te sirve de abrigo. Por qué ahora que desplazo mi mano sobre tus senos no te petrificas. Antes tus bellos se erizaban de inmediato, tus pezones se izaban como apuntando hacia el cielo, era la señal para iniciar el acto. Ya no es así.
Tal vez ya no te exciten los juegos de antes, quizá mis manos no tengan la fuerza de ayer o he dejado de ser atractivo para ti. Tú no, aún me pareces un misterio, sigues ocupando mis pensamientos pese a tantos años que han pasado.
Tus mejillas están heladas como todo tu cuerpo ¿te sigue fascinando el frío? Qué más da, después de todo no puedo terminar de conocerte, no sé cuándo hablas con sarcasmo y cuándo con sinceridad. No temas, habla, grita, nadie te escucha, estamos tú y yo solos en este árido lugar, como fantasmas, como sombras, como tenues luces a punto de apagarse.
Te amo, a pesar de la caída, de las caricias prematuras y la nequicia de tus actos; ya no te aterra que lo diga ¿verdad? Te era imposible disimular el miedo y ahora tal vez no te importa, quizá tú ya no me ames, pero al menos deberías responder por simple cortesía.
Miras fijamente hacia ningún lado como intentando evadir mi mirada. ¿Qué piensas?... cuán extraños pensamientos pasan por tu mente y se extinguen como la luz de las cuatro velas, como la luz de la vida, la que te fue negada en el ocaso.
Estamos solos, tú y yo, como siempre quisimos estar, sin nadie que intentara corroer los lazos invisibles que no ataban, sin impedimentos, sin el tiempo contado.
Igual que ayer, la noche se cuela por los ventanales, la luna hace juego con tu rostro, pero ya no sonríes, tus manos no sienten, ni tus odios escuchan. Ya no respondes a tu nombre…
Por fin estamos juntos de nuevo, solos en la intimidad de la noche, en el asilamiento de los cuatro muros, listos para hacer el amor. Pero hoy, al igual que ayer, estás muerta y mañana lo estarás y todas las vigilias que me restan en la vida.
Lastima mi amor que el único momento de absoluta soledad sea éste, tan cerca y tan lejos el uno del otro.
Cuántas veces quisimos estar así, solos tú y yo, sin público, sin espías, sin alguien que interrumpiera nuestro momento de intimidad. Ahora estamos aquí, aislados, después del esfuerzo de una vida por fin lo logramos. No explico tu semblante serio, deberías estar feliz, estamos juntos de nuevo.
Tu olor invade la estancia, ese aroma que desprende tu piel en cada suspiro, el que siempre te acompañó, día y noche. Ahora es tan distinto, se vuelve insoportable con cada segundo que pasa, pero te amo y no me importa, sólo estamos tú y yo.
Desde aquí veo tus labios, húmedos aún, tu rostro fino, tu belleza indescifrable. Tu cabello oscurece con la noche y contrasta con la piel blanca que te sirve de abrigo. Por qué ahora que desplazo mi mano sobre tus senos no te petrificas. Antes tus bellos se erizaban de inmediato, tus pezones se izaban como apuntando hacia el cielo, era la señal para iniciar el acto. Ya no es así.
Tal vez ya no te exciten los juegos de antes, quizá mis manos no tengan la fuerza de ayer o he dejado de ser atractivo para ti. Tú no, aún me pareces un misterio, sigues ocupando mis pensamientos pese a tantos años que han pasado.
Tus mejillas están heladas como todo tu cuerpo ¿te sigue fascinando el frío? Qué más da, después de todo no puedo terminar de conocerte, no sé cuándo hablas con sarcasmo y cuándo con sinceridad. No temas, habla, grita, nadie te escucha, estamos tú y yo solos en este árido lugar, como fantasmas, como sombras, como tenues luces a punto de apagarse.
Te amo, a pesar de la caída, de las caricias prematuras y la nequicia de tus actos; ya no te aterra que lo diga ¿verdad? Te era imposible disimular el miedo y ahora tal vez no te importa, quizá tú ya no me ames, pero al menos deberías responder por simple cortesía.
Miras fijamente hacia ningún lado como intentando evadir mi mirada. ¿Qué piensas?... cuán extraños pensamientos pasan por tu mente y se extinguen como la luz de las cuatro velas, como la luz de la vida, la que te fue negada en el ocaso.
Estamos solos, tú y yo, como siempre quisimos estar, sin nadie que intentara corroer los lazos invisibles que no ataban, sin impedimentos, sin el tiempo contado.
Igual que ayer, la noche se cuela por los ventanales, la luna hace juego con tu rostro, pero ya no sonríes, tus manos no sienten, ni tus odios escuchan. Ya no respondes a tu nombre…
Por fin estamos juntos de nuevo, solos en la intimidad de la noche, en el asilamiento de los cuatro muros, listos para hacer el amor. Pero hoy, al igual que ayer, estás muerta y mañana lo estarás y todas las vigilias que me restan en la vida.
Lastima mi amor que el único momento de absoluta soledad sea éste, tan cerca y tan lejos el uno del otro.
wolfskrieger14_88@hotmail.com
Comentarios (0)
Publicar un comentario