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Un instante malo en la vida… la muerte

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 23:32

Por: GABO

Llega tarde a casa. Entra despacio, pero anuncia su llegada. Toma un vaso con leche y bebe. Se refresca también en la ducha. Empapada, se desplaza semidesnuda por la cocina, luego atraviesa por la sala y sube las escaleras hasta llegar a su habitación. Entra y cierra la puerta. Mira a su alrededor sin prender la luz.

Enciende el estéreo y escucha el bajo armónico de John Deacon que da la introducción a Under pressure, de Queen. Iniciada la melodía con la voz de Mercury, abre un cajón del buró que está cerca de su cama y saca un papel blanco; lo mira, luego lo regresa a su lugar aventándolo desganadamente. Pasa ambas manos sobre su rostro en forma ascendente y suspira mientras echa su cabeza hacia atrás. Vuelve a bajar sus manos presionando su rostro, jalando sus mejillas hacia abajo.

Segundos después se recuesta en su cama. Gira su cuerpo hacia donde está el buró y estirando su mano en un movimiento tira un vaso con agua que había en el mueble. Hace caso omiso a este pequeño incidente. Toma de nuevo el papel, toma también un Cutter y con él, pica un polvo blanco que va sacando del papel y esparciendo sobre el buró en forma de líneas. Se inclina y aspira. Aspira fuerte.

Se tiende de nuevo sobre su cama que permanece destendida desde la última vez que estuvo en casa, hace tres noches. Boca abajo, con los brazos extendidos, como formando una cruz, aún semidesnuda y mojada, se queda allí, inmóvil. Pasan unos minutos y su mano derecha, que cuelga de la cama, por la mala postura, tiene un movimiento brusco e inesperado. La música ya es otra, A day in the life, de John Lennon. “…He blew his mind out in a car…”, se oye de manera aguda y suave en voz del ex beatle, fuera de eso, parece no haber más ruido ni movimiento en el entorno.

La única luz que ilumina la habitación es un pobre destello que entra apenas desde un poste de alumbrado público. Una luz que atraviesa unas cortinas transparentes de color azul y que hace más o menos visibles los objetos de la habitación: cama, tocador, piso alfombrado, algunos retratos en la pared y un gran desorden. Pero sus ojos ya no ven y con dificultad sus oídos pueden percibir sonido alguno. La música ya es otra, Nock nock nocking at heaven door, de Bob Dylan.

¿Corren los minutos o pasan lento?
Un líquido verde, viscoso, tal vez amarillento, comienza a salir por su boca y nariz, viéndose obstruido por la almohada. Pequeños ruidos acompañan esta acción. Nada parece tener sentido. ¿Acaso la vida tiene sentido? Retumban como eco estas palabras en su cabeza: “¿acaso la vida tiene sentido?”, mientras analiza y recorre su vida. La soledad es un gran santuario para esconderte de los demás en tiempos difíciles.

Ella voltea su rostro, respira con dificultad. Se levanta. Sin sentir, se despoja de una toalla que rodeaba su cintura, quedando así completamente desnuda. Sus pechos cuelgan víctimas de la gravedad y se mueven al compás de sus caderas al andar. Tiene frío, se nota su piel erizada: en sus brazos, en sus pezones, en el temblar de su cuerpo. Camina tambaleante. Baja el volumen del estéreo que se había vuelto más estruendoso con la voz chillona de Alex Rose que canta “I don't have plans and schemes, And I don't have hopes and dreams… Since I don't have you…”. Da la espalda al aparato y se encuentra frente al espejo, se reconoce.

Su cabello aún está húmedo. Su piel se eriza por el frío nuevamente. Recuerda. Ahora son sus hombros, sus senos, sus brazos. Es de madrugada. Han pasado apenas unas horas desde su llegada. Aún conserva el olor a alcohol en la boca, y los malestares de una embriaguez siguen presentes.

Se dirige a un medio baño que hay dentro de su habitación; parece no estar mejor, en su difícil andar tropieza al entrar y cae al suelo golpeándose la cabeza violentamente con el retrete. Muere allí. Muere instantáneamente. La música ya es otra, pero no importa, nunca importó. ¿De qué se trata esta vida?

gabriell_19174@hotmail.com

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