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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Sexo y Odio en el Lunario

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:49

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Por: Worlok
Hocico de vuelta a tierras aztecas

Un regreso inesperado; luego de presentarse en el Centro de Convenciones Tlatelolco para unirse al festejo del décimo aniversario del Dada X, a lado de los canadienses Decoded Feedback, Hocico volvió a la ciudad de México para cumplir con el compromiso interminable que la banda tiene con los mexicanos.

Fue el Lunario del Auditorio Nacional el encargado de reunir a cerca de mil hocicones que se dieron cita en el recinto tan pronto como la estela de oscuridad cubrió la metrópoli. Con un escenario y un performance digno de aplaudirse a cargo de Garra, y un sonido más claro y definido, el dueto mexicano inició la noche entre atmósferas prehispánicas y el penetrante olor a incienso.


The shape of things to come de nueva cuenta fue la encargada de abrir el repertorio musical. Erk demostró que sigue manteniendo la potencia vocal pese a tantos años de trayectoria, aunque tampoco está exento de cometer errores u olvidar la letra de alguna de sus canciones. Siguieron Poltergeist, Face to Face y About a Dead, uno de los temas mas coreados por los asistentes. Una pequeña pausa en la que de nueva cuenta los penachos y los tambores se hicieron presentes fue pretexto para escapar a la barra por unas cervezas. La energía se elevaba tanto en el escenario como entre el público y el slam comenzó con las primeras notas de Odio en el Alma.

¿Quieren sexo?

El Lunario estaba en su punto de ebullición cuando se percibió un tono distinto en el ambiente, la segunda parte parecía prometedora. ¡Sexo! gritaba atónita una joven a la que no le importó brincar y abrirse paso entre los hombres. Erk, con maquillaje que amulaba un sangrado constante en el rostro, preguntó a sus fans -¿quieren sexo?- y de inmediato sonó Sexo Bajo Testosterona… ¡Sólo coge pinche perra!

El calor se concentraba en la parte central del lugar, el suelo temblaba amenazante y los cuerpos chocaban agresivamente con cada canción. Forgotten Tears, Untold Blasphemies y de nuevo una repasada a su último disco, Memorias Atrás, con Drowning, Fed Up y A Fatal Desire.

Ecos de la noche

El público extasiado pedía más. Para cerrar la presentación Hocico ofreció un solo tema como encore, no obstante el más aplaudido en toda la noche, Ecos, canción favorita entre sus seguidores. Nada ni nadie podrá llevarse lo que sabes, nada ni nadie podrá llevarse lo que puedes ver.

De esta forma concluyó el espectáculo sonoro al que nos tiene acostumbrados el dueto de hard elektro. Las comparaciones siempre serán necesarias; esta vez tanto Erk como Racso, el inmutable espécimen frente a los sintetizadores, demostraron porqué siguen siendo la banda más representativa del género en México.

Quinta vermelha

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:46

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Por: Ziysanma

La fecha prevista era el jueves quince, la hora programada eran las cuatro de la tarde y sí, ahí están sobre Paseo de la Reforma todos los trabajadores de le extinta Luz y Fuerza del Centro, los trabajadores pertenecientes al Sindicato Mexicano de Electricistas, ahí están, esperando la orden para iniciar la gran manifestación.


La avenida se ve desbordada por un río rojo, un río que lleva gritos, consignas, enojo y frustración por lo que últimamente se ha hecho con la compañía Luz y Fuerza del Centro, sin embrago, no son los únicos que hacen acto de presencia, no, porque también están los trabajadores del IMSS, los estudiantes de la UNAM, del Poli, de la UAM, de la UACM, al igual que el STUNAM y otras organizaciones, otras muchas, que forman un caudaloso río, el cual es visto desde los aires por el ángel dorado de la independencia.


Las consignas del SME se escuchan por todo aquel río, desde la Avenida de los Insurgentes hasta la Diana Cazadora, denme una S, denme una M, denme una E, cómo dice, Esmé, cómo dice, Esmé, muchas veces, Esmé, Esmé, Esmé y los gritos se juntan, se vuelven uno, los Goyas también están y la U,U,U ACM, apoya a lo lejos y se hacen los ocho, eso de correr un trecho para inyectarle emoción a la marcha, para convertirla en una fiesta pacifica, una fiesta donde los derechos son exigidos.


Cerca de las cuatro y media, tal vez antes, tal vez después, comienza la marcha, a paso lento, porque es mucha la gente, los contingentes se mueven como paquidermos, lentamente pero demostrando toda la fuerza que tienen y ni siquiera el sol de la tarde, esos rayos pesados, golpeadores, hacen que la gente se detenga, no, nada de eso, ellos continúan con su paso y con sus sonrisas y con su cuchicheo.

El recorrido es recto hasta la Torre del Caballito, luego, se da vuelta para continuar por la Avenida Juárez, la cual conduce hasta el Zócalo capitalino, pero dentro del transcurso nadie presta atención a las calles, ni a los edificios resguardados por los policías, con sus toletes, con su uniforme azul, que simplemente regalan miradas al gran río que pasa ese día. Otros que son simples espectadores son los oficinistas que se asoman para ver esa gran marea, y no le ven fin por los tantos que son, mientras la gran marea sigue gritando, continúa manifestándose por las calles de la ciudad.

A las seis y media, ya hay contingentes en la plancha de Zócalo, ya están los primeros oradores en el templete mientras la bandera mexicana no puede extenderse porque se ha atorado pero son recibidas las palabras por los edificios que rodean la plancha, así como el Palacio de Bellas Artes escuchó y escucha “ese apoyo si se ve”, “si no hay solución habrá revolución”, “aquí se ve la fuerza del Esmé” y demás consignas, pero por el momento los primeros oradores se dirigen al público que está sentado o platicando, o descansando en un silencio expectante.


No importa cuanta gente haya ido, no importa si se contaron miles o cientos, lo importante fue el momento, cuando se gritó a los cuatro vientos, cuando se gritó a los helicópteros de la PFP, cuando se gritó a los edificios, y por último se le gritó a la noche todo lo que se piensa, todo lo que se vive, es la demostración de la fuerza que tiene uno de los sindicatos más poderosos del país, pero lo mejor es la fuerza que representa la unión de todos por los trabajadores, ese apoyo que se ve por el Esmé.

EL DÍA ESPERADO

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:42

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Por: Azid

Esta mañana fue esplendorosa, el sol brillaba intensamente, el calorcito invitaba a sonreír, y culminaba la alegría de esa semana porque precisamente el jueves pasado se animó por fin, así es, Carlos me invitó a salir y el momento tan ansiado sería hoy a las cuatro, así habíamos quedado:


-¿Entonces sí?

-Pues sí, –le respondí impaciente tras llevar esa plática en círculos sin acordar nada-¿cuándo sería?


-Pues qué te parece el próximo jueves, y te invito a un cafecito bien chido que está por Insurgentes


-Bueno, como a las cuatro ¿no? Es que más temprano no puedo…


-Sí, a la hora que tú quieras


-Y… ¿dónde te vería? –pregunté esperando que él se ofreciera a pasar por mí, sin embargo…


-Qué te parece vernos sobre Reforma, nos buscamos en el cachito que va de la Diana Cazadora al Ángel de la Independencia. Será divertido tratar de encontrarnos, ¿no crees?


-Supongo- le respondí al final con cierta duda… debí haber hecho caso a esa duda para obligarlo a fijar un lugar específico, pero cómo adelantarse a la noticia difundida en diarios y noticieros tres días después, la Compañía de Luz y Fuerza ya no existe (en voz del presidente). En apariencia, eso no tendría relación con mi cita, de no ser porque al salir del metro rumbo a la avenida Paseo de la Reforma, la sonrisa del día se fue volviendo un tanto ridícula al darme cuenta de que precisamente ese día había sido programada la “marcha-mitin, de repudio al atraco monumental que pretende perpetrar el gobierno federal contra LyFC y el SME…”.


¡Carajo! Me quedé un rato atónita entre tantas personas, parada frente al Ángel áureo vigilando desde lo alto a la mancha predominantemente roja formada en una columna extendida hasta donde la vista no alcanza, y tan ancha como la misma avenida con todo y banquetas.

La concurrencia era distinta a los asistentes de costumbre con atuendos estereotipados (pelo largo, morral, playeras del Che, y la obligada estrellita roja en la ropa) e ideas adoptadas por inercia. ¡No!, la gente ahí reunida abarcaba sectores más amplios de la sociedad: trabajadores, esposas, campesinos, sindicalistas, hijos, estudiantes, profesores, intelectuales, simpatizantes a la causa, curiosos,… en fin, todos reunidos con el único objetivo de convertir su ira en acción a través de la protesta, gente tan despierta y dispuesta que daba gusto, con tanto brío que daban ganas de unirse y como Carlos andaría por ahí, me adentré en la multitud.

La presencia del SME se sentía firme en los extrabajadores de playera roja, algunos con su antiguo uniforme, incluso quien llevaba puestas encima dos carrilleras y un bigote al más puro estilo caudillodelarevoluciónmexicana; no sólo eran ellos, también las pancartas de apoyo lo reflejaban, tanto como el repudio al gobierno federal, leía cada una mientras buscaba entre los rostros.


La marcha comenzó previa a la indicación oficial, esta vez no era una masa en espera de órdenes, eran individuos movilizados… “Y SI TU PASAS POR MI CASA, Y SI TU VES A MI MAMÁ, TU LE DICES QUE HOY NO ME ESPERE, PORQUE ESTE MOVIMIENTO NO DA UN PASO ATRÁS…” se anunciaba un Zócalo lleno aunque atrás aún no nos movíamos; el apoyo siempre constante, el ánimo arriba, se pudo ver al pasar por avenida Juárez y Balderas, una pancarta en alto: “LOS CHAVOS DE LA CALLE APOYAMOS AL SME”.


A paso firme, ignorando el cansancio que ya surtía efecto pero eso sí, la algarabía y euforia presentes; las consignas se gritaban con sincera convicción, bastaba con uno para empezar y los de alrededor lo acompañaban, “APLAUDAN, APLAUDAN, NO DEJEN DE APLAUDIR…” el rostro del electricista se llenaba de furia al apretar los labios para sacar p “…QUE EL PINCHE GOBIERNO SE TIENE QUE MORIR” (y del pinche Carlos, ni sus luces). Las escuelas, lejos de competir, vociferaban cohesión “UNAM, POLI, UAM, UNIDOS VENCERÁN” y reiterativos “NO ESTÁN SOLOS” a los electricistas.


El primer cuadro del centro histórico se aproximaba con entusiasmo, cerca de la Casa de los Azulejos, fotógrafos y camarógrafos se aglutinaban en busca de la mejor toma, la cual no obtendrían pues no cabía en un plano, requerían la imagen entera. La Plaza de la Constitución recibía anhelante a los actores de esta situación y éstos a su vez, le retribuían con energía. En el templete, un legislador enunciaba la propuesta de huelga general de pagos para exigir solución, las personas enardecidas gritaban “HUELGA NACIONAL”, a donde volteara veía puños agitándose… Carlos no estaba por ahí.


Acaeció la noche, pero en el Zócalo la luz se hacía presente, ya sea en pancartas, reclamos o los ánimos deseosos de de no quedarse resignados esta vez. Carlos, seguramente me vería al jueves siguiente con la excusa perfecta: “Me topé con una manifestación”. Decidí retirarme poco antes de finalizar el mitin, los contingentes todavía no cesaban de ingresar a la plancha acompañados de gritos desde las orillas, “ESE APOYO SÍ SE VE”, portando las constantes de la movilización: entusiasmo, playeras rojas, pancartas, consignas y determinación.


Mientras iba de salida por Madero, coincidí con un contingente de la UNAM, decenas de jóvenes se habían detenido un par de cuadras antes de llegar, los organizadores hacían señas y de pronto, entre aquellos estudiantes, mi mirada tropezó con la de Carlos, arqueó las cejas con una sonrisa e hizo señas para llamarme, justo cuando llegué hasta él se dio la señal para entrar todos corriendo a la plancha, se nos recibió con efusivos Goyas. Creí haber perdido a Carlos pero enseguida lo vi venir hacia mí…


-Qué onda, ¿cómo estás?- me dijo alegre y con tono de sorpresa


-Hola, pues bien, estaba a punto de irme


-Ah va… pues estuvo chido toparte, de haber sabido que ibas a estar aquí, hubiéramos venido juntos ¿no? Pero a ver qué día hacemos algo


-…mmh, o sea que… ¿sólo venías a la marcha?


-Sí… ¿por qué?, ¿había algo más?


-No, nada, olvídalo. Luego nos vemos


Después él se fue adentrando en el gentío y yo, caminando hacia el metro Bellas Artes…


¡Maldito sea! Si lo hubiera anticipado me habría quedado en mi casa a fumar tranquilamente, afortunadamente no fue así, no fue un día perdido, ya que al menos percibí esta realidad y puedo afirmar que los noticieros deforman la verdad, que yo sí estuve presente mientras “AHÍ SE VIO LA FUERZA DEL SME”, que a la población ya se le nota indignación acumulada… ¡Y que chingue a su madre Calderón! (y ya de paso, también Carlos).

Estudiante sufre trance durante clases

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:39

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Por: Ziysanma
  • Perdió la atención y ganó un mensaje
  • Nunca había pasado esto en el país
El martes por la tarde en un aula de clases, Mauricio Fernández García, alumno de tercer semestre de comunicación, cayó en un aletargamiento durante dos horas.

Su mirada se perdió entre las cartulinas pegadas en el pizarrón, y su mente fue alejándose de este mundo, comenzó a imaginar, según él, cientos de cosas, “todo un nuevo mundo imperceptible para los demás o al menos para mis compañeros”.

Declaró que el mundo en el que se perdió estaba lleno de colores y de formas alargadas, menciona que había varios seres, todos de escasa estatura, los cuales discutían con él sobre la vida dentro del planeta tierra.

Sus compañeros no percibieron el estado de Mauricio, porque la mayoría estaba prestando atención a la exposición y solamente cuando escucharon de viva voz lo acontecido se dedicaron a comentar sarcásticamente el suceso.

El joven no hizo mucho caso de lo ocurrido, prefirió ignorar todos los comentarios y quedarse con lo vivido, sin embargo, el viaje que realizó lo dejó traumado a tal punto de no poder dormir por lo cual su salud se ve dañada.

Dijo que la discusión con aquellos pequeños seres trataba sobre las formas de vida que hay en este planeta, principalmente por la explotación que hace el hombre en contra del hombre, de la terrible situación en la cual la sociedad tiene a la naturaleza, pero principalmente “el valemadrismo con el cual actúan todos los humanos frente a los problemas que pasan frente a sus ojos”.

Desde entonces, Mauricio no ha podido alejar esas imágenes de su mente, por lo cual trata de comentar a todas las personas que puede sobre el hecho que vivió el pasado martes, tratando de generar consciencia frente a los hechos que se viven.

Desde ese día, se le ha visto por las tardes en los pastos de su escuela, sentado bajo la sombra de un árbol esperando al primer estudiante que pase por ahí para poder transmitir el mensaje que se le dio.

“No importa si la gente no me hace caso, si me trata como a un loco más, pero sería justo que vieran la vida como lo hacen aquellos pequeños seres, que bien sé, no fueron mero invento de mi cerebro, sino, más bien, una existencia de nuestras pequeñas conciencias que nos negamos a escuchar a diario”.

Solo conmigo

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:35

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Por: Worlok, Azid y Ziysanma

Más allá de las fronteras he visto el sol nacer, sería conveniente dejar estas tierras áridas, tierras sin vida que me rodean para llevarme a un sitio donde la abundancia se haga presente.


En este momento, la última cabeza de ganado se pudre bajo los rayos ardientes, la cantidad de moscas no se compara siquiera con la de sus larvas, pequeños y blancos invertebrados que se aferran en chupar la carne que ni en vida tuvo esa miserable res.


No hay existencia, el único sonido que logro escuchar es, quizá (si mi delirio no comienza a fundir mi manera de apreciar las cosas), el tedioso y repetitivo zumbido del viento; las rocas despiden un hedor profundo, respiran, incluso se mueven, ellas sienten, yo no, camino mecánicamente por inercia.


He llegado a creer que sólo soy una máquina, por aquello de la insensibilidad, porque camino incansablemente y mis pies no se quejan, ni mi piel me reclama, sin embargo, aún siento tristeza por mi tierra, la desaparecida, la destruida; extraño a mi gente, a los niños corriendo alrededor de la fuente, ¡ah! bella gente.


Inesperadamente una sombra se proyecta sobre mí, al alzar la vista divisé lo que podría ser un ave, probablemente sea un zopilote impaciente, pero no luce sombrío o lúgubre, a mi entender es una criatura benévola que ha venido por la carroña de la soledad.


Viene hacia mí, me habla al oído, se alimenta, penetra mi piel dolorosamente y siento la sangre hirviente correr por mis piernas. Mas no siento dolor, tal vez aquello que se asoma en mi rostro es una sonrisa. Sigo vivo y eso me conforta, aunque si el proceso continúa no lo estaré por mucho tiempo.


Zopilote, cosquillea mi cuerpo, porque al menos siento, este vacío desaparece para que el dolor se presente… debo dejar de pensar en verso, no deseo entrar en el prototipo del asqueroso poeta, no lo soy, no lo quiero ser ya que mientras aquel desea la muerte, yo la vivo, la siento y la maldigo.


¿Cuántas veces en el pasado no anticipé esto? ¡el fin del existir! decía yo; sin embargo, las mujeres que iban temprano a acarrear el agua se reían de este cuerpo sin alma, jalándose unas a otras para no acercarse a mí, los niños se divertían juntando afiladas piedras para lanzarlas fuertemente sobre mi cabeza, tan sólo era un borracho más en la cantina. Nadie nunca lo imaginó, que yo ahí sentado en la fuente, conocía la verdad. No obstante fui expulsado, proscrito en mi propia tierra.


Moría lentamente, o me mataban con una desesperación frenética, y heme aquí, con vida, después de tantas veredas transitadas y de tanto sufrimiento provocado vilmente por ellos, aquellos que ciegamente me señalaban con desprecio. Sigo respirando, difícilmente, sí, pero lo sigo haciendo, ya no en pie, solamente tratando de morir… ¿y qué más da si estoy solo?


Entonces… no más, que sea el tiempo el encargado de llevarme, no necesito nada ni a nadie para morir. Nací con la ayuda de mi madre, que con aberración me empujó de su vientre para no cargar conmigo, crecí con el odio de mi pueblo, no obstante nada de esto existe ya, he alcanzado la madurez, nací, crecí y moriré con la constante de siempre, solo, solo, solo… conmigo.

Vacío

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:33

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Por: Worlok

El viaje fue largo, agotador y tedioso. Cansado llegas a tu aposento con la intención de despejar la mente y tratar de dormir. Abres la puerta y la imagen que observas te es familiar: tranquilidad absoluta, todo en su lugar, es poca la luz que se logra colar entre los ventanales y las oscuras cortinas. Un silencio desolador infecta tu estancia hasta volverla insoportable. Eso es lo que a diario experimentas al llegar a casa. Puedes escuchar el golpeteo que el aire provoca en tu rostro, el avance de las manecillas del reloj suena tan fuerte que te hace desesperar.


Segundo tras segundo el crujir de los engranes te atribula. La calma deja de ser absoluta. Aberrante. En realidad no ha pasado mucho tiempo desde que llegaste y el teléfono irrumpe agresivamente el espacio. Tal vez nadie había llamado en todo el día y justo cuando llegas, en el momento justo en el que te disponías a descansar, a alguien se le ocurre asediarte. Levantas la bocina con poco interés y contestas… nadie habla. Maldita sea, lo que faltaba, a algún bromista se le ocurrió interrumpir tu letargo. Antes de colgar una voz femenina lanza un alarido de angustia y te pide que contestes,”no cuelgues por favor”, alcanzas a escuchar. Un miedo incomprensible y acelerado se hace presa de ti, La voz tétrica despertó el somnoliento cuerpo que sentado en su sillón no esperaba nada en absoluto.


No se te ocurre una salida más inteligente que colgar el auricular y creer que no pasó nada. Comienzas a temblar y no sabes por qué. Cosas como esas ocurren a menudo, y tú siempre actúas de una manera extraña cuando se presentan situaciones así. No controlas tu temor, no puedes canalizar tu miedo hacia algo o hacia alguien, intentas no darle importancia pero en el fondo no puedes dejar de pensar en ello. Tratas de esquivarlo, evitarlo, pero sabes que no te es posible, pues el miedo te acompaña, es parte de ti.


Divagas sobre no sé qué cuando el teléfono suena de nuevo, esta vez lo escuchas con mayor intensidad y el espanto te hace retroceder. ¿Contestar? Dudas en hacerlo, desconectar la bocina sería una solución, muy cobarde, por cierto, y lo sabes, por eso no lo haces y prefieres levantar de nuevo el auricular. La mujer sigue ahí, suplicando, la voz se funde en desesperantes sollozos: “Ayúdame, me hacen daño”, —¿cómo puedo ayudarte?– respondes. Lo que antes era una atmósfera tranquila ahora se ha convertido en un terreno singular, lleno de sombras y miradas ocultas que te acechan como cuervos durante la noche.


El pánico te corroe…


-¡Necesito respirar, me estoy ahogando!

-¿Dónde estás? –Preguntas más por compromiso que por verdadero interés.


Recuerdas cuando de pequeño te cubrían con almohadas el rostro y sentías que te ahogabas, desesperadamente intentabas escapar de la trampa y gritabas hasta que tu llanto alejaba a los demás. O cuando despertabas sudando porque no podías respirar; sentías que el silencio y la soledad eran tan asfixiantes como para obligarte a gritar y maldecir tu suerte.


Los gritos detrás del teléfono te hacen regresar a la realidad.

−Necesito ayuda, por favor. Me hacen daño, mucho daño, tanto que no puedo respirar, no sé dónde estoy, ayúdame maldita sea.


¿Por qué a ti? Habiendo tantas personas en este lugar, por qué pedir auxilio a una persona cobarde como tú, que jamás se atrevería a enfrentar el miedo.


Cuánto tiempo pasó desde el primer grito de dolor y el final de tus divagaciones, quizá lo suficiente para que la vida de aquella mujer se esfumara y te dieras cuenta que estabas tirado en el suelo, llorando de miedo, escupiendo sangre y retorciéndote como si te hubiesen arrancado los intestinos.


Te perdiste en la inconciencia…


El viaje fue largo, agotador y tedioso. Cansado llegas a tu aposento con la intención de despejar la mente y tratar de dormir. Abres la puerta y la imagen que observas te es familiar: tranquilidad absoluta, todo en su lugar, es poca la luz que se logra colar entre los ventanales y las oscuras cortinas. Un silencio desolador infecta tu estancia hasta volverla insoportable. Eso es lo que a diario experimentas al llegar a casa. Puedes escuchar el golpeteo que el aire provoca en tu rostro, el avance de las manecillas del reloj suena tan fuerte que te hace desesperar.


Segundo tras segundo el crujir de los engranes te atribula. La calma es absoluta Aberrante. En realidad no han pasado mucho tiempo desde que llegaste y cómo te gustaría tener un teléfono para hacer una llamada, o simplemente para adornar aquel espacio vacío en la esquina de tu habitación. Mas no es así, no pasa nada, absolutamente nada.

Altruísmo

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:29

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Por: Casiopea

No podemos decir, siquiera, que alguna vez trascendimos la barrera que majestuosidades tranparentes han recorrido en segundos cósmicos que representan lo que tú y yo no podemos corresponder con leyes absurdas que incumben a teorías especulativas que tratan de comprender qué somos o más bien si en verdad tenemos un papel dentro de este juego al que tenemos definido por distintos nombres, ciertamente todos tan patéticos como nosotros mismos.

Qué son las palabras ante el inimaginable alcance de los actos en espera de la maleabilidad del tiempo que ocupa nuestro espacio dentro de una existencia arrinconada en patrones y conductas predecibles como lo somos todos nosotros en la temporalidad de nuestra existencia.
Sentimientos, emociones, conductas, abnegaciones, privaciones, son sólo una mancha que hemos obtenido del caos que aparentemente logramos a través de lo que llamamos vida, siempre en una búsqueda complaciente del orden que tratamos de imponer en una serie de actos intransigentes de emotiva ansiedad que desembocan en realidades inesperadas de conductismo humanista absurdamente sensacional.

Las pretensiones benevolentes en cada uno de nosotros, nos destruyen, nos defecan, nos aniquilan ante el escepticismo de lo mucho que no somos y lo demasiado que jamás lograremos ser, entender la retórica de nuestra existencia, es tan complaciente como suficiente en los diferentes roles que el altruismo complace en uno.

Pasatiempos

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:26

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Por: L. Claudel

Me sumergí en mi cama, pero no encontré caracolas ni estrellas de mar, sólo había esperanzas y sueños que tuve que ahogar. Aquellos anhelos quedaron llenos de moho: lucen terribles, me dan pena. Recuerdo el día del asesinato: se resistían, pero yo empujaba tan fuerte que no pudieron sobrevivir. Supongo que me costó más trabajo matar que mantenerlos con vida, hoy me remuerde un poco la consciencia, sobre todo cuando vuelvo a caer y por casualidad termino nadando allí abajo.

Aprendí a volar, fue sencillo y sé que lo has hecho alguna vez. En el aire se siente como si cada miembro del cuerpo pudiera desprenderse: piernas y brazos separándose de tu tronco, ¡te asusta! Además del aire en las orejas, los ojos irritados, la fuerza para ir contra el viento; lo más turbulento es el vértigo allá arriba.


Dejé de volar. Tal vez ya se me olvidó cómo hacerlo, cómo planear de arriba abajo, de izquierda a derecha. ¿Que si era satisfactorio? No creo que puedas pensar así si no puedes controlar las ganas de vomitar.


Aprendí a cantar pero nadie escuchaba mi voz. No sé qué hacía falta, tal vez que yo la escuchara, hoy no tengo idea de qué tono tenía mi canción.

Ahora sólo camino y pienso esto. Supongo que eso es más terrible que dejar de nadar, volar y cantar.

Muerte Puta

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:22

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Por: David Romero

La muerte es el viaje más sublime, aquel en donde las puertas de la percepción se abren, poniendo ante ti todo el conocimiento.

Pues qué mejor orgasmo que aquél que nos regala esa puta de dientes pelones, imagínate, desaparecer de esta materialidad para simplemente hacer el amor al vacío, pero el verdadero amor, ese que no se encuentra en una barata del día de San Valentín.

El amor que llora, el amor solemne, el amor te extraño, el amor me voy pero me quedo contigo, el amor de la nuevas generaciones que no saben que la despedida es el acto más terrible e hiriente que nos da la razón.

El amor espérame que ahí te voy, el amor a la vida, pero también el amor hacia la tregua final.

La muerte, esa mujer anoréxica que mueve las nalgas en el burdel más olvidado, esa puta que sonríe y nos cobra el privado antes de bailar, que erotiza las miradas de los vivos y enamora los corazones de los esperanzados.

La muerte, vaya que puta,
Que me cobra la cogida con la venida,
Con el espasmo
Que es y será mi suspiro final.

¿Quién soy yo?

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:21

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Por: David Romero

Yo soy tú, cuando me miras,
cuando me piensas, si es que lo haces,
cuando me dices que soy tú, pero con menos sesos o menos civilizado.

Tú eres yo, cuando me tocas y ves que mis reacciones no son del todo tú,
sino, más bien algo más, eso que quizás haga que tu yo y mi tú
se difuminen hasta hacer un nosotros.

Un nosotros lleno de besos a otros, y no a esos a los que deberían de ser,
pues tú y yo ya no sabemos si somos lo que deseamos,
o lo que nos permitimos ser.

Yo, tú y nosotros, ahora que lo pienso,
en realidad cuando lo pensamos, no existe,
pues él y tú, ustedes
son lamentablemente la realidad.

Una circunstancia donde yo tú ¿él?, quizás hasta nosotros tres,
Somos y nos pertenecemos,
Pues lo raro de este asunto, es que yo soy él,
Pues ella igual a tú, prefiere al yo que para mi es el otro.

El otro, que está seguro del amor bipartido de ella,
De esa que juega con lo establecido y convierte al pronombre,
al espacio y al tiempo en cuestión de relatividad.

Total
¿Quién soy yo?
¿Quién eres tú?
Pero lo más importante al final:
¿Quién realmente encarna como él en esta historia?

Deseos sin hogar

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:17

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Por: Taker

En estos días de falsos placeres y muertas excitaciones me aferro a ti. A tu recuerdo, que es lo único que me dejas, a ese reino de fantasías donde me mantienes exiliado, donde con desdén me encierras esperando volverme loco; más, porque sabes quién eres y no te basta con eso, me lo restriegas en la cara cada día, al caminar con soltura por los pasillos, al sentarte donde siempre lo haces, esperando como acostumbras a tus leales súbditos, con el simple hecho de existir y ser tal cual eres, como la fantasía de esa diosa desafortunadamente vestida que me das y con la que me tengo que acostumbrar.

En la cárcel de la distancia me encuentro refundido, ella es mi peor enemigo. Te busco en mi torcida mente, te visto para poder desvestirte a mi gusto; aunque, si acaso te lograra encontrar, sin importar que ropa o apariencia estés vendiendo hoy, te llevo a un prado sin un alma, donde somos los únicos seres “vivos” del planeta y dejamos que, cual plantas, el viento sea nuestro benefactor y me ayude a conquistarte y pertenecerte desde y para adentro como la hermosa flor salvaje que eres, llevando en cada brisa susurrante de pasión un poco de mi polen, un poco más, hasta que tu pistilo se rinda, hasta que sea mío, para que yo marchite dentro de ti, para que florezcas con los pétalos más abiertos y preciosos que nunca se hayan encontrado, y saber sin quejas que aunque alguien más violente y arranque esta flor de la tierra, al menos en algún momento ella fue de mi jardín y yo pertenecí a ella.

Con recato miro entre lo opaco del día, entre la pesadez de la vida, esa con la que cuesta tanto respirar para seguir viviendo. Yo me rehúso, pues sólo quiero respirar si es de tu aire, el que me regales, el que dejes escapar de ti al desfallecer, mientras te ataco con mi boca, mientras esté sobre de ti, cuando me dejes mostrarte cómo quiero vivirte; he nacido con la única reserva de ser yo quien te pueda tocar, quien sabe cómo quieres ser descubierta, me dieron el tacto para conocer cada rincón de tu cuerpo, tengo oídos sólo para escucharte gemir y para que sólo menciones al placer, con mis ojos pretendo ver tu verdadero yo, ese que sólo mostrarás cuando estés en la cima de un clímax pasional de carne; así, podemos dejar de sentirnos como una sola piel fundida en una fiesta de besos y caricias, estallando las barreras del tacto y del sexo, para oler al fin tu esencia, para sentirme como un vulgar ladrón en un palacio de deseos, recordar ese olor hasta la muerte y poder robar una imagen de tus ojos en blanco, tu cuerpo en éxtasis y tu alma mía. Hasta ese instante sabré que estoy vivo, porque me perteneces sin saberlo, porque todo el deseo que pueda sentir con esta carne casi muerta habita en ti y tú lo corres antes de abrir la puerta.

Porque debo ser yo quien te demuestre que el encuentro de nuestros cuerpos no es sólo una aventura, es mi odisea, y no termina hasta que te arranque la ropa y te bese desde los pies hasta el espíritu, quedándome a dormir como un vagabundo en tu más secreta y oscura habitación, hacer mío cada lunar en el cielo despejado de tu piel, apropiarme de cada vello en el prado de tu entrepierna, atónito por el eclipse que forman tus senos, donde quiero ser niño de nuevo y jugar o crear un templo en cada uno de los pares de tus labios y que me dejes regresar a rezar cada que sienta que pierdo la fe.

Todo eso y más te hago desde aquí, cada que puedo, al verte, me conforma la perversidad de mi imaginación pero me mata lo lánguido de la posibilidad, porque siendo tú mi única y verdadera diosa de la fertilidad, me das la espalda como crees que debe ser, me tiras en el desierto de la frigidez, en un mundo donde se castiga al deseo, y la pasión mata. Me exilias a esta mísera realidad donde me ahoga sólo una fantasía contigo, donde me muerdo la lengua con una sola necesidad que tengo, el deseo de que antes de ser mía me digas hola y sepas quien te espía.