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Solo conmigo

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:35

Por: Worlok, Azid y Ziysanma

Más allá de las fronteras he visto el sol nacer, sería conveniente dejar estas tierras áridas, tierras sin vida que me rodean para llevarme a un sitio donde la abundancia se haga presente.


En este momento, la última cabeza de ganado se pudre bajo los rayos ardientes, la cantidad de moscas no se compara siquiera con la de sus larvas, pequeños y blancos invertebrados que se aferran en chupar la carne que ni en vida tuvo esa miserable res.


No hay existencia, el único sonido que logro escuchar es, quizá (si mi delirio no comienza a fundir mi manera de apreciar las cosas), el tedioso y repetitivo zumbido del viento; las rocas despiden un hedor profundo, respiran, incluso se mueven, ellas sienten, yo no, camino mecánicamente por inercia.


He llegado a creer que sólo soy una máquina, por aquello de la insensibilidad, porque camino incansablemente y mis pies no se quejan, ni mi piel me reclama, sin embargo, aún siento tristeza por mi tierra, la desaparecida, la destruida; extraño a mi gente, a los niños corriendo alrededor de la fuente, ¡ah! bella gente.


Inesperadamente una sombra se proyecta sobre mí, al alzar la vista divisé lo que podría ser un ave, probablemente sea un zopilote impaciente, pero no luce sombrío o lúgubre, a mi entender es una criatura benévola que ha venido por la carroña de la soledad.


Viene hacia mí, me habla al oído, se alimenta, penetra mi piel dolorosamente y siento la sangre hirviente correr por mis piernas. Mas no siento dolor, tal vez aquello que se asoma en mi rostro es una sonrisa. Sigo vivo y eso me conforta, aunque si el proceso continúa no lo estaré por mucho tiempo.


Zopilote, cosquillea mi cuerpo, porque al menos siento, este vacío desaparece para que el dolor se presente… debo dejar de pensar en verso, no deseo entrar en el prototipo del asqueroso poeta, no lo soy, no lo quiero ser ya que mientras aquel desea la muerte, yo la vivo, la siento y la maldigo.


¿Cuántas veces en el pasado no anticipé esto? ¡el fin del existir! decía yo; sin embargo, las mujeres que iban temprano a acarrear el agua se reían de este cuerpo sin alma, jalándose unas a otras para no acercarse a mí, los niños se divertían juntando afiladas piedras para lanzarlas fuertemente sobre mi cabeza, tan sólo era un borracho más en la cantina. Nadie nunca lo imaginó, que yo ahí sentado en la fuente, conocía la verdad. No obstante fui expulsado, proscrito en mi propia tierra.


Moría lentamente, o me mataban con una desesperación frenética, y heme aquí, con vida, después de tantas veredas transitadas y de tanto sufrimiento provocado vilmente por ellos, aquellos que ciegamente me señalaban con desprecio. Sigo respirando, difícilmente, sí, pero lo sigo haciendo, ya no en pie, solamente tratando de morir… ¿y qué más da si estoy solo?


Entonces… no más, que sea el tiempo el encargado de llevarme, no necesito nada ni a nadie para morir. Nací con la ayuda de mi madre, que con aberración me empujó de su vientre para no cargar conmigo, crecí con el odio de mi pueblo, no obstante nada de esto existe ya, he alcanzado la madurez, nací, crecí y moriré con la constante de siempre, solo, solo, solo… conmigo.

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