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Deseos sin hogar

Posteado por Almohadón de plumas | Categorías , | a las 17:17

Por: Taker

En estos días de falsos placeres y muertas excitaciones me aferro a ti. A tu recuerdo, que es lo único que me dejas, a ese reino de fantasías donde me mantienes exiliado, donde con desdén me encierras esperando volverme loco; más, porque sabes quién eres y no te basta con eso, me lo restriegas en la cara cada día, al caminar con soltura por los pasillos, al sentarte donde siempre lo haces, esperando como acostumbras a tus leales súbditos, con el simple hecho de existir y ser tal cual eres, como la fantasía de esa diosa desafortunadamente vestida que me das y con la que me tengo que acostumbrar.

En la cárcel de la distancia me encuentro refundido, ella es mi peor enemigo. Te busco en mi torcida mente, te visto para poder desvestirte a mi gusto; aunque, si acaso te lograra encontrar, sin importar que ropa o apariencia estés vendiendo hoy, te llevo a un prado sin un alma, donde somos los únicos seres “vivos” del planeta y dejamos que, cual plantas, el viento sea nuestro benefactor y me ayude a conquistarte y pertenecerte desde y para adentro como la hermosa flor salvaje que eres, llevando en cada brisa susurrante de pasión un poco de mi polen, un poco más, hasta que tu pistilo se rinda, hasta que sea mío, para que yo marchite dentro de ti, para que florezcas con los pétalos más abiertos y preciosos que nunca se hayan encontrado, y saber sin quejas que aunque alguien más violente y arranque esta flor de la tierra, al menos en algún momento ella fue de mi jardín y yo pertenecí a ella.

Con recato miro entre lo opaco del día, entre la pesadez de la vida, esa con la que cuesta tanto respirar para seguir viviendo. Yo me rehúso, pues sólo quiero respirar si es de tu aire, el que me regales, el que dejes escapar de ti al desfallecer, mientras te ataco con mi boca, mientras esté sobre de ti, cuando me dejes mostrarte cómo quiero vivirte; he nacido con la única reserva de ser yo quien te pueda tocar, quien sabe cómo quieres ser descubierta, me dieron el tacto para conocer cada rincón de tu cuerpo, tengo oídos sólo para escucharte gemir y para que sólo menciones al placer, con mis ojos pretendo ver tu verdadero yo, ese que sólo mostrarás cuando estés en la cima de un clímax pasional de carne; así, podemos dejar de sentirnos como una sola piel fundida en una fiesta de besos y caricias, estallando las barreras del tacto y del sexo, para oler al fin tu esencia, para sentirme como un vulgar ladrón en un palacio de deseos, recordar ese olor hasta la muerte y poder robar una imagen de tus ojos en blanco, tu cuerpo en éxtasis y tu alma mía. Hasta ese instante sabré que estoy vivo, porque me perteneces sin saberlo, porque todo el deseo que pueda sentir con esta carne casi muerta habita en ti y tú lo corres antes de abrir la puerta.

Porque debo ser yo quien te demuestre que el encuentro de nuestros cuerpos no es sólo una aventura, es mi odisea, y no termina hasta que te arranque la ropa y te bese desde los pies hasta el espíritu, quedándome a dormir como un vagabundo en tu más secreta y oscura habitación, hacer mío cada lunar en el cielo despejado de tu piel, apropiarme de cada vello en el prado de tu entrepierna, atónito por el eclipse que forman tus senos, donde quiero ser niño de nuevo y jugar o crear un templo en cada uno de los pares de tus labios y que me dejes regresar a rezar cada que sienta que pierdo la fe.

Todo eso y más te hago desde aquí, cada que puedo, al verte, me conforma la perversidad de mi imaginación pero me mata lo lánguido de la posibilidad, porque siendo tú mi única y verdadera diosa de la fertilidad, me das la espalda como crees que debe ser, me tiras en el desierto de la frigidez, en un mundo donde se castiga al deseo, y la pasión mata. Me exilias a esta mísera realidad donde me ahoga sólo una fantasía contigo, donde me muerdo la lengua con una sola necesidad que tengo, el deseo de que antes de ser mía me digas hola y sepas quien te espía.

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